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EL ORIGEN DEL MACHISMO


En el artículo de hoy quiero tocar un tema no solo actual y social, sino especialmente sensible. Se trata del machismo, de dónde surge, de qué manera y qué podemos hacer para erradicarlo (obviamente, según mi punto de vista).


¿Qué es el machismo?

Según la Real Academia Española, el machismo es la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres; es una forma de sexismo caracterizada por la prevalencia del varón.


En nuestra sociedad actual, el machismo reina por doquier. A pesar de los intentos de muchas mujeres que alzan su voz para ser oídas y con el objetivo de conseguir un cambio no solo a micro, sino a macro-escala, la creencia de que el hombre es superior a la mujer sigue siendo en muchos países demasiado vigente. Lo que más me llama la atención, es que no son solamente los hombres los que hacen que esto siga así, sino que muchísimas mujeres lo perpetúan defendiendo esta ideología. Pero, ¿qué está pasando realmente? ¿Es el feminismo la mejor manera para parar esto y transformarlo en igualdad de género y de posibilidades políticas, económicas, laborales, sociales, educativas y familiares? Voy a dar mi humilde opinión al respecto y por supuesto, no le pido al/la lector/a estar de acuerdo conmigo. Sencillamente voy a plasmar aquí una necesidad que me vino al despertarme hoy.


Siguiendo con la RAE, ésa define al feminismo como principio de igualdad de derechos de la mujer y del hombre. Lo que siempre me ha llamado la atención es el nombre que han elegido las mujeres para reivindicar nuestra igualdad con los hombres. ¿Es que ya no existía la palabra Igualdad? Claro que me parece necesario que nos alcemos públicamente para recordar que somos tan capaces como los hombres, que no somos diferentes, que merecemos tener acceso a los mismos trabajos que ellos y que se nos pague lo mismo; que antes que mujeres, somos seres humanos, tal como ellos lo son. Pero, como sabéis los que me seguís desde hace tiempo, yo siempre me enfoco en la causa, que está en nuestra Mente, y no en los efectos, que se haya en el mundo. No es tan importante lo que hacemos en la práctica, sino desde dónde lo hacemos. Si elegimos al ego como nuestro aliado, consciente o inconscientemente estaremos luchando por recuperar nuestro poder, yendo en contra del poder de los hombres, juzgándoles y culpándoles de nuestra situación de desventaja, sin darnos cuenta que luchando es precisamente como retroalimentamos al “bando contrario”. Y es que la solución nunca es ésta, sino un cambio de mentalidad, desde el perdón y la comprensión de que no hay culpables, de que cada uno lo hemos hecho como hemos podido. Sí, intuyo lo que puedas pensar, querido/a lector/a, y no, no estoy proponiendo quedarnos en casa encerradas sin hacer nada. No se trata de no hacer nada, precisamente eso es lo que nos ha llevado a vivir lo que llevamos viviendo tantas décadas ya, lo cual es un reflejo de la programación inconsciente de desvalorización que se manifiesta como sumisión. Para mí se trata primero de indagar de dónde surge el machismo, comprender sus causas y, sin buscar culpables, sino responsabilizándonos cada uno de nuestra parte, llevarlo a la práctica. No es un trabajo fácil, porque es muy tentador culpar algo externo por la desigualdad de género, en este caso. Pero Un curso de milagros nos recuerda con esta bella y potente frase: "Nada externo a ti puede hacerte temer o amar, porque no hay nada externo a ti" (T.10.In.1:1). De nuevo, volvemos a La Mente que aparece como separada y encerrada en miles de millones de cuerpos que luchan por sobrevivir en este mundo hostil e injusto. Hasta que no deshagamos el error en nuestra Mente mediante el auténtico perdón, seguiremos luchando los unos contra los otros, sin darnos cuenta de que estamos batallando contra nosotros mismos.


Ahora, voy a dirigirme especialmente a las mujeres. Hombres, si estáis por ahí, será un placer que nos acompañéis, pero tened en cuenta que lo que diré a continuación NO es la excusa perfecta para culparnos a nosotras y SÍ es para que todos tomemos conciencia y empecemos a hacer las cosas de otra forma, empezando a pensar de otra forma. Antes de entrar, tengamos muy presente esta frase del curso, que va muy acorde respecto a lo que me refiero: "Tal vez creas que eres responsable de lo que haces, pero no de lo que piensas. La verdad es que eres responsable de lo que piensas, porque es solamente en ese nivel donde puedes ejercer tu poder de decisión. Tus acciones son el resultado de tus pensamientos" (T.2,VI)



Bien, la gran pregunta - ¿de dónde surge el machismo y cómo se forma?

No es difícil darnos cuenta de que el hombre no se hace machista de la noche a la mañana, un buen día a los 20 y tantos o a los 30 y tantos años. Tiene que haberse gestado con anterioridad. Y lo mismo para las mujeres y la sumisión. Efectivamente, uno de los orígenes debe de estar en la familia. Y digo uno, porque cierto es que la iglesia ya hizo su parte, cuando se dedicó a invisibilizar el poder de la mujer. Y es comprensible, pues como veremos a continuación, ella tiene el poder alquímico de transformar la estructura psíquica del ser que crece en su vientre. Ahora imaginaros la transformación social a todos los niveles que podemos conseguir si recuperamos nuestro poder, mujeres. Bien, no podemos hacer gran cosa respecto a la iglesia, o quizá sí, pero voy a centrarme en la familia porque a mi parecer, es en el seno de ésta donde podemos hacer grandes cambios. Voy a exponer mi punto de vista en varios puntos:


  • Durante la concepción, el estado emocional de la madre es un factor determinante en la vida futura del ser humano, sea hombre o mujer. Por ejemplo, si fue deseada la relación sexual o fue forzada; si había un deseo consciente de concebir o no; si hubo deseo de ser madre, pero no que ése sea el padre de mis hijos; o si fue una concepción consciente, deseada y tranquila. No voy a entrar en describir todo lo que puede suceder ahí y las consecuencias de ello, simplemente recordemos el poder que tiene el Proyecto/Sentido (término acuñado de Marc Fréchet) para describir el la proyección inconsciente de los padres hacia el/la futuro/a hijo o hija. Ej.: “Cuando sea mayor, quiero que mi hijo sea como su abuelo, mi padre, un hombre trabajador y honrado”; “Ojalá mi hija encuentre a un hombre que la cuide y la respete algún día”; etc. Por supuesto, el proyecto sentido no es casual, es un reflejo de las creencias que se han ido transmitiendo de generación en generación en nuestros árboles genealógicos respectivos. No hay nada casual aquí y se trata de hacer consciente lo inconsciente para trascender todas aquellas programaciones que nos limitan y nos hacen daño, en mayor o menor medida. Además, aquí es esencial nombrar también las creencias socioculturales en cuanto a la concepción de un chico o una chica. En muchas culturas se sigue prefiriendo que el primer hijo sea varón, o al menos que lo haya entre los hijos, porque es el que seguirá perpetuando el apellido familiar (como en el caso de muchos países del este de Europa y mi país, Bulgaria, es uno de ellos, pues la mujer al casarse adopta el apellido del hombre y sus hijos también, perdiéndose así el linaje femenino). Inconscientemente, eso es importante para el clan masculino, hay una continuidad de la herencia familiar además, ya que el hijo es de quien se espera que se ocupe de ella, que siga los pasos de su padre, abuelo… Por supuesto, esto no siempre acaba cumpliéndose de esta forma, solo estoy hablando del deseo inconsciente (aunque muchas veces es consciente) del clan para que sea así. Por lo tanto, en muchos países, cuando nace primero una niña, quiere seguir intentando concebir un niño para cumplir con las expectativas del clan y del entorno sociocultural.


  • Después de la concepción, viene el periodo de gestación que es igualmente crucial para la vida del bebé y futuro/a adulto/a, y el nacimiento del bebé. Aquí la mamá debe tomar conciencia de cómo vivió este período, y para efectos del presente artículo, nos centraremos sobre todo en si se sintió arropada, apoyada y cuidada por su pareja. Si está gestando a un niño y siente (o resiente) la ausencia física y/o emocional de su pareja, inconscientemente va a proyectar esa falta hacia su hijo cuando éste comience a crecer. Eso hará que se vuelque mucho en él y es fácil caer en la tendencia de sobreprotegerle. ¿Por qué? El inconsciente no distingue entre marido, padre, hermano o hijo. Sí percibe la energía masculina, y la tendencia biológica para la supervivencia de la especie es que la hembra busque la protección del macho. ¿Cuáles son las posibles consecuencias? Pues que el niño crecerá con una madre tan pendiente de él, que creará una relación de amor-odio especial, pues por un lado ama a su madre y por otro le guarda resentimientos por haberle proyectado su necesidad de protección, exigiéndole un rol que no le corresponde desempeñar. Claro que esto se reflejará también en los problemas que tendrá con sus parejas cuando crezca (problemas de compromiso; de que mamá está en primer lugar; en dejar que mamá opine sobre sus relaciones, etc.). En el caso de que sea una niña, es muy posible que le transmita emocionalmente creencias como que los hombres te hacen sentirte sola, no te ayudan, no les importas lo suficiente, no se implican, o la creencia profundamente instalada de muchísimas mujeres que ha sido pasándose de generación en generación - hacer lo posible (aunque sea aguantando lo imposible) por mantener a la familia unida. Si la niña crece observando a su madre que se somete a su padre (al marido de ésta), ¿qué creéis que aprenderá? Hay muchos casos que o bien repite la misma historia, o bien tiene dificultades en comprometerse, pues su inconsciente la protege para que no viva lo mismo que su madre, y con toda probabilidad, su abuela materna. Todo ello, insisto, se transmite de forma inconsciente y no es solución buscar culpables. Nuestra mamá hizo lo que supo y pudo, su mamá también. Y con papá y los abuelos pasa lo mismo. Toda esa información heredada y transmitida se irá desplegando más tarde. Vamos a por la siguiente etapa.

  • Los tres primeros años, el bebé sigue fusionado/a emocionalmente a mamá, por lo que de nuevo, todo lo que la mamá viva aquí y lo que es determinante, cómo lo vive, crea un marco de referencia para el mapa mental del/la futuro/a adulto/a. Aquí empiezan a manifestarse los programas inconscientes familiares y culturales de los padres. Por ejemplo, si la mamá es una mujer que aprendió que debe complacer a su marido, que tiene que es ella la que debe ocuparse de las tareas domésticas y, si hace falta, incluso irse a otra habitación por las noches con el bebé si llora mucho, para que descanse su marido trabajador, ¿qué creéis que está transmitiendo a sus hijos y cómo se manifestará cuando crezcan? De la misma forma, si el papá ha sido un hombre violento, es muy posible que su hijo varón siga sus mismos pasos, mientras que la hija aprenda que es normal que la maltraten.

  • Y, hemos llegado a la parte donde todo lo que acabamos de ver se despliega a simple vista. Imaginemos el caso de dos hermanos, chico y chica. Si hemos heredado creencias de que el hombre tiene que ser fuerte, seguro de sí mismo, que le está permitido mostrarse agresivo o rabioso para cumplir sus metas, pero no puede mostrarse débil y llorar, por ejemplo, todo ello hará que reciba una educación diferencial respecto a su hermana, si la tiene, y/o primas, amigas y en general las chicas. Si además, fue un niño no deseado, la culpa inconsciente de su mamá puede hacer que, como mencioné antes, le sobreproteja, le mime demasiado, solucione sus problemas y la haga dependiente de ella. Y por no hablar de las alianzas que se crean a veces entre madre-hijo/a, sin que el padre se entere. El típico: "De acuerdo, pero no se lo digas a papá" resulta tan tóxico para el hijo, que necesita la dirección, los límites y la guía paterna para completar su desarrollo como ser adulto independiente. En fin. Os voy a contar un ejemplo de educación sexista. Cuando yo era pequeña, aprendí por observación que son las mujeres (vivíamos con mis abuelos paternos) las que se ocupan de que la casa esté limpia, ordenada, que planchen, frieguen, cocinen y laven. ¿Qué hacían los hombres? A pesar de que no eran los únicos que trabajaban, pues mi madre y mi abuela también tenían sus respectivos trabajos, llegaban a casa y esperaban que se les sirviera la comida y que luego les retiraran los platos, que debían lavarse en seguida. Recuerdo a mi abuela en aquellos años y lo que yo veía es que le encantaba servir al hombre, de hecho, lo sigue haciendo con mi abuelo por lo que me cuenta por teléfono y veo cuando voy a visitarles. Recuerdo también la de veces que mi padre o mi abuelo decían que querían algo y, apenas se levantaban, ella saltaba: “Tranquilo, ¡ya voy yo!”. Cuando empecé a crecer, se me enseñó cómo hacer todas aquellas “tareas de mujeres”. A veces me enfadaba, porque no comprendía por qué a mi hermano no se le exigía lo mismo. “¡Él es chico!”, se limitaban a contestarme, como si aquello fuera algo obvio que por alguna razón a mí se me escapaba. ¿Ves a dónde quiero llegar? Si no tomamos conciencia de todas las creencias sexistas que hemos heredado de nuestros ancestros y que hemos mamado de pequeños/as, caeremos en la misma trampa que ellos, y proyectaremos deseos diferentes dependiendo del género de nuestros hijos y, consecuentemente, los educaremos de forma distinta para que se marque la diferencia. ¿Qué conseguimos así? Pues que el hombre crezca con la idea de que es alguien especial y que la mujer está para servirle, en mayor o menor medida. Y en cuanto a la mujer, pues retroalimentamos la otra polaridad – la sumisión. Y ni quiero entrar en los miedos que nos transmitieron, mujeres, en cuanto a la ropa que llevamos, a que tenemos que parecer santas, a que los hombres son potencialmente peligrosos, a mantener la boca callada… Sí, quizá te parezca radical lo que estoy diciendo, y es verdad que las mujeres nos estamos alzando y cada vez estamos ganando más y más terreno en la igualdad de género, así como que cada vez hay hombres más sensibles y se comportan de otra forma con las mujeres. Eso hace que cada vez más familias empiecen a educar en la igualdad. Pero falta aun mucho trabajo por hacer y lo importante es recordar que no podemos centrarnos en luchar contra los hombres o buscar culpables. Lo único que hacemos así es perpetuar la culpa inconsciente que tenemos todos, que se seguirá proyectando fuera y no sabremos qué hemos hecho para merecer todo eso. Yo me centro en transformar esa carga y hacer un trabajo profundo interior cada uno, lo que se reflejará posteriormente en la educación de nuestros hijos. Pues es mucho más difícil pretender que un hombre cambie a sus 30 o 40 años, que proporcionar una educación igualitaria desde la crianza.

Y, para terminar, ¿cómo conseguir la igualdad de género? Mujeres, dejemos de desvalorizarnos y de ser sumisas. De nada nos sirve seguir en el rol de víctima. Tenemos el poder de cambiar el mundo, porque es a través de nosotras que venimos los que estamos aquí. Todos hemos estado fusionados con nuestras mamás y hemos recibido el impacto de sus creencias y estados emocionales. Empecemos a conectar con nuestro verdadero poder, no el que lucha contra los hombres, sino el que los acoge como iguales a nosotras y por lo tanto, dejemos de educarlos de forma especial. Dejemos de suplir nuestras carencias con nuestros hijos. Si sentimos que nuestra pareja es ausente o es violenta, responsabilicémonos de hacer un trabajo interior nosotras, tomando conciencia de que nuestra pareja es nuestro espejo y que es el hombre perfecto para que aprendamos a valorarnos y respetarnos. Luego, toma la acción que sientas que quieres hacer, y por favor, nunca justifiques el quedarte en un ambiente hostil porque "es el padre de mis hijos". ¿Es este el padre que quieres que tus hijos tengan? No es solución proyectar la falta de protección de nuestras pareja en nuestros hijos varones. Así los hacemos seres dependientes, frustrados, mimados, incapaces de tomar decisiones por sí mismos y que fácilmente pueden caer en adicciones, agresividad, etc. Y dejemos de educar a nuestras hijas como que tienen que complacer a los hombres (no he querido meterme en el tema de la sexualidad, pero haré otro artículo especialmente para ello), o que hay trabajos para mujeres y otros para hombres. Que está mal si la niña juega con coches y el niño con muñecas. Criemos a personas libres de ser quienes quieran ser. Pero para conseguirlo, antes debemos liberarnos nosotras mismas de las cadenas que nos oprimen y reprimen, y así, comprenderemos también a los hombres, sabiendo que la misma castración la han sufrido ellos, pero la expresan en el polo de la agresividad, la frialdad, la prepotencia y/o la falsa autoestima, mientras que las mujeres la expresamos en sumisión para mantener a la familia unida. Ambos compartimos el conflicto de desvalorización, solo que la expresamos de diferente forma.Y ambos tenemos que aprender, una a respetarse y el otro a respetar.


Os comparto el chiste que suele contar Enric Corbera en alguna de sus conferencias.


Van dos almas que tienen que encarnar y les ponen juntas en el tren que les lleva a la Tierra. En eso que va una y le pregunta a la otra:

- Oye, ¿tú a qué vas a la Tierra?

- Yo - a aprender a respetarme. ¿Y tú?

- ¡Anda! ¡Pues yo soy el que te dará las hostias!


Como veis, no existen víctimas ni victimarios. Todos venimos a aprender y recordar que en el fondo, somos lo mismo, somos iguales. Antes de que lleguen las hostias, eduquemos a nuestros hijos en la igualdad, respetándonos a nosotros/as mismos/as primero.


Querida mujer, si has llegado a leer hasta aquí y no te resuena lo que acabo de compartir, ¡enhorabuena! Quizá eres de esas pocas mujeres que se han trabajado a sí mismas y se han fortalecido. Solo espero que no sea a cuestas de juzgar a los hombres. Recuerda, no eres culpable de la educación que has recibido, pero eres 100% responsable de transformar las creencias que la sustentan.


Y, querido hombre, si también has llegado hasta aquí, me alegrará infinito si tampoco te ves reflejado en cómo he descrito a muchos hombres en este artículo, porque espero creer que esto signifique que también has tomado conciencia de que no eres superior ni tampoco inferior a la mujer, que eres igual a ella y que juntos, hombres y mujeres, nos complementamos y hacemos que el mundo sea un lugar tolerante y precioso para aprender juntos. Recuerda, no eres responsable de la educación que has recibido, pero eres 100% responsable de transformar las creencias que la sustentan.


UNIDOS PODEMOS

REFERENCIAS:

http://dle.rae.es/srv/search?m=30&w=machismo

http://dle.rae.es/?id=HjuyHQ5


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Nada real puede ser amenazado. Nada irreal existe. En esto radica la paz de Dios.

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